sábado, 24 de octubre de 2009

MEMORIA DE LA PROSTITUTA MARIEN O.

Probablemente fue amor.
La vio llegar por la mirilla
expulsada del estómago urbano,
acechada ante las babas del diablo
que otra vez ganaría la partida.
En la mesa ratonera los cigarros
y un dulzor de música
que se acomodaba al cuerpo
lento, espectral.
Apostolado el de mis ojos
frente al abismo
de esas prominencias.
Pidió por adelantado
el combustible de la ambición
y con prestidigitación noctámbula
desapareció entre sus dedos.

La llama acercándose al fuego
con un latir que perforaba el tórax.
Esa vez no hendió demasiado
la química ni pisoteó burdamente
el encanto, tanto encanto...
La muerte de lo anterior
escuchando cobarde tras la puerta.
La muerte de lo actual
de perfume barato y madrugada
tentaba con prejuicios,
Oporto y segundero.

Cayeron lágrimas
cual cristal de taco aguja.
Si ella era el deseo de mil vulvas
yo fui aquel volcán del ansia indómita.
La escarcha derritiéndose
apasible
entre chillidos de murciélagos
y sombras finales.
Labios enlicorados
y un abrazar desnudos el despido
el teléfono falso
la oportunidad
por única tan temida.

Ya bajo el susurro
del alba prisionera
el dinero junto al florero
y reminiscencias de una Judas
que no aprendió de la hiel.-

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